Almedijar, Kdd2105, Seis meses después

¡Cómo pasa el tiempo!  Hace ya seis meses que estuve con mi “morenica” en una de las Kdds que organizamos los amiguetes “bikers”, ésta vez le tocaba el turno a mi amigo Chus, con base en Castellón, nos reunió a todos cerca de Segorbe, en Almedijar… pues dicho y hecho, cojo los tratos de pedalear y para allá que me voy, viernes, sábado y domingo… ¡al lío!

Allí me encuentro con más de una veintena de amigos procedentes de muchos sitios de España, Huesca, Pamplona, San Sebastián, Zaragoza, Lérida, Barcelona, Murcia… y mis tres “muy mejores amigas”, como diría Forrest Gump, que también se animaron a hacer sus mega-andadas a la que me apunté el domingo, hay tiempo para todo y da gusto estar con ellas.

La ruta, puf, ya casi ni me acuerdo, tengo que escribir las crónicas sobre la marcha en cuanto vuelva de las kdds porque sino se me va el santo al cielo y sólo quedan las sensaciones, los sentimientos…. (aunque quizá eso haga de éstos relatos algo tan nuestro, tan especial…) sólo se que la del sábado fue rompedora, tanto de materiales como de cuerpos y mentes, una Sierra de Espadán llena de sendas pedregosas entre pinos, naranjos y alcornoques que recuerdo de bastante dureza pero con mucho “flow”, también recuerdo que hacía frio, recuerdo que no entrábamos en calor, recuerdo que me ponía nervioso, pero habíamos quedado allí para eso, oche!

Recuerdo que una de las sendas estaba señalizada y tenía mi nombre, (Senda Pepes) ahí está la foto, recuerdo que me comí una galleta de las buenas, que nos reímos mucho, recuerdo que comimos a los pies de unos mallos preciosos, las “Peñas Aragonesas” (que casualidad) recuerdo que en las cimas, en pleno monte, teníamos el mar a tiro de piedra y eso, amigos/as, siempre da “cosica”, aporta una sensación especial a las rutas más pedroleras y en Castellón pedrolos hay, de todos los tamaños, creedme.

Una de las peores subidas, creo que fue la Loma Yosti, fui acompañando a la cola del grupo, yo estaba fuerte y no me apetecía esperar arriba al último y quedarme helado, así que decidí subir y bajar todo el rato, saludando gente, yendo con ellos charlando y animándoles, amigos que por muy cuesta arriba que se ponga, jamás, y digo jamás, pierden la sonrisa y las ganas de agradar, por mucho que juren en “hebreo” y prometan tirar la bici al primer contenedor que les salga al paso, menos mal que en el monte no hay contenedores que sino, incluso yo, más de una vez hubiera dicho, ¡hala, se acabó esto de la bici… sufrir “pa ná”!...

Lo bueno es que lo volvería a hacer igual, en las bajadas ya es otra cosa, ahí “marica el último”, pero en lo más duro, tener alguien al lado que le quite hierro al asunto, va muy bien, en el deporte y en todo, alguien junto al que hablar de cualquier otra cosa, sencilla, poco a poco y sin darte cuenta vais consiguiendo juntos el objetivo, en éste caso llegar a la cima, arriba muy arriba, y algo que se consigue junto a otro, con el esfuerzo de los dos, porque no siempre estamos todos igual de forma, ni de ánimo, sabe mejor y lo importante es no dejar de pedalear y si uno echa pie al suelo pues tú también, que no nos persigue nadie… que coño!!

Pero seis meses después de aquello, seis meses de recuerdos, seis meses en los que ha pasado de todo, de ese momento de dudas entre seguir pedaleando o dejarlo, te das cuenta que se ha seguido forjando una relación imposible de romper, o lo que es más exacto, indestructible, infinita.

 …y la semana que viene os cuento otra, que se me acumula la tarea! Porque seguimos juntos ¿sabes?

 

 

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